
Los sindicatos y demás estructuras populares están pecando de lentos en ofrecer alternativas; estamos dejando el terreno de juego a que los poderosos actuales sigan marcando sus reglas. Sin embargo, esas reglas y esos organizadores son el embrión de la situación actual. Y no me refiero únicamente a la crisis del mundo desarrollado, que el otro lleva tiempo inmerso en ella.
Solo es lamentable que esta huelga sea tan local y tan parcial, cuando la crisis es global y su respuesta debe serlo también. Por algún sitio hay que empezar. Al menos, el quite en el sueldo de los trabajadores de la administración que la secundemos minimizará el gasto público (sobre la desigualdad del impacto entre los de la privada y los de la pública, otro día más y mejor).
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